AMOR OSCURO

Aquí les presento el inicio de mi nueva novela. Me gustaría mucho que lo leyeran y me dijeran que les parece y en que puedo mejorar.
Gracias,



Son las siete de la tarde en París. Muchos comercios se llenan de gente ávida de entretenimiento, al haber terminado la jornada laboral. Las palomas revolotean entre los árboles para buscar un sitio donde pasar la noche, tras haber llenado su buche con las sobras de comida que varias personas han ido tirando al suelo.

El tráfico es insoportable, a esta hora todos quieren llegar lo antes posible a su destino; sin embargo, respetar las señales de tráfico es un rito inquebrantable en la ciudad más cosmopolita de Francia.

Fernando camina por la calle, divagando en la manera con la que va a sorprender a su joven esposa. Devolver en forma de presente todo el amor que ella le brinda, es lo que más tiempo le ocupa en el día. Porque según él, no tiene precio ver el gesto de sorpresa en la cara de su amada. Además, esto ayuda a reforzar la pasión que en dos años de convivencia todavía permanece en ellos. Al menos, eso es lo que cree.

Pronto llega a su mente el recuerdo de la noche de bodas. Tras una gran celebración fueron al hotel donde pasaron juntos unos días. Allí, se juraron amor eterno. El evocar aquel momento, alimentaba su cariño y sostenía la alegría de vivir en cada acción que hacía. El amor nunca moriría entre ellos.

De repente, consigue ver a una señora que ofrece flores a los transeúntes de los Campos Elíseos. Decide atravesar la calle. Ya había escogido el detonante que dibujaría una sonrisa en la cara de su dulce princesa. Este presente reflejaría con naturalidad lo que siente, y avivaría el afecto del primer día. De pronto, desea comunicarse con ella. Saca el móvil del bolsillo y marca el número… deja hablar a la operadora y justo en el instante en el que comienza su mensaje, se pone verde el semáforo y cruza.

- ¡Cuidado! – Grita un señor español a su izquierda. Pero ya es demasiado tarde.

Un autobús, cargado de turistas, intenta frenar sin conseguirlo. El cuerpo de Fernando queda tirado en la calle. Sangrando. Una de las piernas está vuelta del revés mientras la otra tiene un hueso desencajado. El torso, bañado en el caliente líquido rojizo que llenaba sus venas, aún se mueve. Fernando da un impulso y agarra lentamente el teléfono. Se lo lleva a la oreja mientras pronuncia, difícilmente, las últimas palabras de su vida…

Gracias Mab, creo que si me cuadra...
El tema de los gerundios no lo llevo muy bien, hay veces que pongo en exceso, y otras que peco al no ponerlos.
Ahora, cuando me dices que ponga los verbos en pasado simple no se a que te refieres... ¿Podrías indicarme cómo quedaría la frase?
Gracias por tu apreciación al respecto, a diferencia de eso ¿Que te pareció la mitad del primer capítulo? ¿Crees que a la gente le gustaría seguir leyendo?

Saludos,


Prometeo

Quizás haya que tener en cuenta que nuestro amigo Prometeo escribe en español de América y nos pueda sonar diferente.

Independientemente de lo anterior, el estilo me parece algo lacónico y mecánico, aunque es mi percepción personal, que no tiene por que ser acertada.

Si Prometeo nos regala con algunas líneas más podremos hacernos una idea más completa, ya que el estilo puede cambiar según sea la situación.

Claro que les regalo el resto. Pero recuerden que estoy comenzando a escribir tras mucho tiempo sin hacerlo. Siempre me dediqué a la poesía y ahora es que decidí lanzarme a la narrativa.
Decirme que os parece ¿Vale? Por cierto, eso de "lacónico y mecánico" ¿es bueno o malo? Gracias.


Ah! Repito el relato, con algunas correcciones, porque sería bueno que lo leyeran en conjunto con el resto.



Son las siete de la tarde en París. Muchos comercios se llenan de gente ávida de entretenimiento, al haber terminado la jornada laboral. Las palomas revolotean entre los árboles para buscar un sitio donde pasar la noche, tras haber llenado su buche con las sobras de comida que varias personas han ido tirando al suelo.

El tráfico es insoportable, a esta hora todos quieren llegar lo antes posible a su destino; sin embargo, respetar las señales de tráfico es un rito inquebrantable en la ciudad más cosmopolita de Francia.

Fernando camina por la calle, divagando en la manera con la que va a sorprender a su joven esposa. Devolver en forma de presente todo el amor que ella le brinda, es lo que más tiempo le ocupa en el día. Porque según él, no tiene precio ver el gesto de sorpresa en la cara de su amada. Además, esto ayuda a reforzar la pasión que en dos años de convivencia todavía permanece en ellos. Al menos, eso es lo que cree.

Pronto llega a su mente el recuerdo de la noche de bodas. Tras una gran celebración fueron al hotel donde pasaron juntos unos días. Allí, se juraron amor eterno. El evocar aquel momento, alimentaba su cariño y sostenía la alegría de vivir en cada acción que hacía. El amor nunca moriría entre ellos.

De repente, ve a una señora que ofrece flores a los transeúntes de los Campos Elíseos y decide atravesar la calle. Ya había escogido el detonante que dibujaría una sonrisa en la cara de su dulce princesa. Este presente reflejaría con naturalidad lo que siente, y avivaría el afecto del primer día. De pronto, desea comunicarse con ella. Saca el móvil del bolsillo, marca el número y… deja que hable la operadora, pero justo en el instante en que comienza su mensaje, se pone verde el semáforo y cruza.

- ¡Cuidado! – Grita un señor español a su izquierda. Pero ya es demasiado tarde.

Un autobús, cargado de turistas, intenta frenar sin conseguirlo. El cuerpo de Fernando queda tirado en la calle. Sangrando. Una de las piernas está vuelta del revés mientras la otra tiene un hueso desencajado. El torso, bañado en el caliente líquido rojizo que llenaba sus venas, aún se mueve. Fernando da un impulso y agarra lentamente el teléfono. Se lo lleva a la oreja mientras pronuncia, difícilmente, las últimas palabras de su vida…


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- ¡Hola Caty! – Dice Laura al entrar a casa -. ¿Cómo has estado hoy?

La relación de Laura con su gata es algo particular. Siempre habla con ella y, aunque sabe que no le va a contestar, el ronroneo que emite al enrollarse en sus piernas le hace sentir acompañada. La acaricia. Le da un beso en la frente y se dirige a la despensa para abrir un bote de comida húmeda y vaciarlo en su pequeño plato de cristal.

- Hoy estoy muy cansada, cariño – se quita la blusa -. Voy a darme una ducha y salgo a jugar contigo un rato ¿Te parece? – Termina preguntándole para acto seguido meterse en el baño y desvestirse.

Mientras cae el agua por su cuerpo, piensa en él. No se lo puede quitar de la mente. Sabe que hace mal al imaginar cosas que no debe, pero no lo puede resistir. Jean Pierre es una dulzura y a ella le encantan que sea así. Además, su impactante mirada parece haberla seducido. Esos ojos azules la hacen flotar por la oficina. Pero trabajan juntos. Son compañeros y esto es algo que no debe suceder para no complicar las cosas. Una de las cláusulas de su contrato le prohíbe liarse con personas de la compañía. – Sólo pienso en ti un ratito y luego me acuesto – dice sonriendo para luego aclarar la mascarilla que tiene esparcida por su cabello.

Con una toalla atada por encima de los senos, se sienta a cepillarse el pelo. Y al mirarse en el espejo vuelve a pensar en Jean Pierre. – ¡Dios mío! – Exclama –. Estás tan bueno que no te puedo sacar de mi cabeza – dice al cerrar los ojos y besar su reflejo. Para tratar de acallar su mente, tararea la canción “sin ti no soy nada” de su grupo preferido: Amaral. Y sonríe.
Son pasadas las ocho y media que el sueño le vence. Acostada con un libro en su regazo, acaricia a Caty y se queda profundamente dormida.

En la madrugada algo la sobresalta. Mira el reloj de la mesilla de noche y ve con asombro que son las tres de la mañana. – No puede ser – dice entre sueños. Se levanta como puede y dirige sus pasos hacia la cocina para comprobar que todo está cómo lo había dejado. En ese momento siente una presencia a sus espaldas y vuelve su cara. No ve nada. Asustada, se da cuenta que no ha sacado las cosas del bolso. Suspira. Con los pies descalzos regresa a la habitación y rebusca en su cartera. Agarra la agenda, el teléfono y las llaves del coche cuando advierte que la pantalla del Nokia está apagada. No tiene batería. – Lo que faltaba – dice para sí.

Sentada y con la luz encendida, habla con Catty para esperar a que el móvil se cargue; siente de nuevo algo, esta vez a su derecha. Analiza su alrededor y le echa la culpa al cansancio. Se levanta de la silla, prende el celular y espera unos minutos. El aparato se agita para indicarle que tiene nuevos mensajes en su buzón de voz y recuerda que lo puso en vibración al entrar en una reunión con Jean Pierre. Se muerde uno de sus dedos. No entiende porque cuando piensa en este tipo todo su cuerpo se estremece. Es una especie de instinto. Todo le recuerda a él. Un nuevo movimiento la saca de su embelesamiento y lleva a tres los mensajes. Bosteza y decide escucharlos.

“El primer mensaje fue enviado ayer, a las diez y veinticinco de la mañana – dice la operadora para luego dar paso a la comunicación - Hola guapa. Se que estás trabajando pero sólo quería que supieras lo que te deseo. Eres con quien quiero compartir el resto de mi vida –. Ríe al ocurrírsele algo – ¿Sabes? si yo fuera un caballero medieval, desearía que hubiesen muchos dragones para tener que luchar contra ellos, para así posponer el encuentro contigo y agrandar lo que siento, princesa. Te amo -. Concluye”. Antes de oír el siguiente, repite este varias veces con la intención de experimentar de nuevo la emoción del amor.

Con una malévola sonrisa, y mordiendo uno de sus dedos, mira a Catty y se avergüenza ante lo que se le acababa de ocurrir. Luego, chistea para restarle importancia y presiona la tecla que da acceso al segundo de los recados: “Mensaje enviado ayer, a las tres y dieciséis de la tarde – dice nuevamente la operadora –. Preciosa, no sabes las ganas que tengo de llegar a casa y deleitarme al ver cómo las gotas de agua bajan por tu piel al ducharte. Quién fuera líquido para escurrirme entre tus pechos -. Dice riendo. – Pero prefiero esperar a esta noche y decírtelo yo mismo al oído mientras tus bellos se erizan y me haces sentir lleno.” Con la boca abierta, en señal de sorpresa, sonríe y mueve su cabeza con un gesto negativo. – Estás loco y no sabes lo que yo también te quiero– Sonríe. – Voy a esperar a que llegues a casa para demostrártelo. Pero antes, me vas a tener que explicar de dónde vienes a estas horas, mi fiel caballero.

La emoción del momento le hace levantarse y tocar el botón del teléfono para escuchar el último de los mensajes. Pero la batería se vuelve a descargar dejándola totalmente excitada.

Conecta el móvil a la corriente eléctrica y regresa a su habitación a sentarse frente al espejo. Allí, mira detenidamente sus ojos, se acaricia la piel y nota una rara brisa en su espalda. Las cortinas se mueven al compás del viento. Percibe cómo sus bellos se erizan mientras se embriaga con el extraño aroma de la noche.

De repente, ve algo reflejado en el espejo mas no le hace caso. Desea escuchar el último correo de su marido. Se dirige a la cocina, prende el aparato y se lo lleva a la oreja. “Tiene un mensaje no escuchado... – dice la operadora.” Con nerviosismo, presiona una de sus teclas. “- Mensaje enviado ayer, a las siete y cuarenta y dos de la tarde… - ¡Cuidado! – Oye decir a alguien mezclado con un barullo de gente.” Se asusta, traga saliva y continúa escuchando. “– Amor… – dice su esposo con voz temblorosa - te llamo para decirte… que muero”.

Sí que es cierto que pueda haber una diferente utilización de los verbos en cuanto al español latino y el clásico (creo que allí los llaman así).
En las novelas que yo suelo leer, los tiempos verbales que más se usan en las acciones son el pasado simple y el pretérito imperfecto.
Ejemplo:
Un autobús, cargado de turistas, intenta frenar sin conseguirlo
Un autobús, cargado de turistas, intentó frenar sin conseguirlo. (Pasado simple)

Una de las piernas está vuelta del revés
Una de las piernas estaba vuelta del revés. (Pretérito imperfecto)

El presente sólo se deja para expresiones generales, atmosféricas, ambientales, y por supuesto, diálogos.

Los gerundios son una buena solución para unir frases o describir un momento de acción donde pasan varias cosas a la vez.

Así tu escrito quedaría:

De repente, consigue ver a una señora que ofrece flores a los transeúntes de los Campos Elíseos. Decide atravesar la calle. Ya había escogido el detonante que dibujaría una sonrisa en la cara de su dulce princesa. Este presente reflejaría con naturalidad lo que siente, y avivaría el afecto del primer día. De pronto, desea comunicarse con ella. Saca el móvil del bolsillo y marca el número… deja hablar a la operadora y justo en el instante en el que comienza su mensaje, se pone verde el semáforo y cruza.

De repente, consiguió ver a una señora que ofrecía flores a los transeúntes de los Campos Elíseos. Decidió atravesar la calle. Ya había escogido el detonante que dibujaría una sonrisa en la cara de su dulce princesa. Este presente reflejaría con naturalidad lo que sentía, y avivaría el afecto del primer día. De pronto, deseó comunicarse con ella. Sacó el móvil del bolsillo y marcó el número dejando hablar a la operadora, justo en el instante en el que comenzaba su mensaje se puso a cruzar, sin darse cuenta de que el semáforo ya estaba en verde.

Espero que me disculpes por permitirme el lujo de cambiar tu última frase, pero es que me parecía que al cambiar el tiempo verbal, tenía más sentido de este modo.

Por favor, si alguien controla más de este tema que lo comente. No vaya a ser que esté equivocada.
Gracias.
Prometeo, espero que te valga de algo mi observación.

ufff... ¡claro que si!
¡Gracias!

De todas formas, se refleja bien el misterio... o eso tampoco se deja ver. Gracias por tu respuesta.

Besos.


Prometeo

jajajajaj... jajajajaja... jajajajajaj.

Me hizo mucha gracia tu comentario. Es cierto lo que dices de la hora, pero es sólo un esbozo de lo que está por escribir. Se me ocurrió ayer y por eso tiene muy pocas correcciones Lo que si quería saber era si refleja suspense, cómo se ven los tiempos verbales, que les parece la historia, ect...

Gracias por darme tus apreciaciones. Por cierto ¿cuando podré tener el honor de leer algo tuyo?
Disculpa mi atrevimiento.
Gracias de nuevo.


Prometeo

Coincido con Mab en sus apreciaciones, mecánico y lacónico son unas características del estilo del texto inicial, no tienen por que ser ni buenas ni malas. El uso del presente produce a mi entender cierta sobriedad narrativa, casi como de guión de cine o teatro, donde de forma escueta y sencilla se narra una situación, dando cierta apariencia de frialdad o mecanicidad.
Como bien sabrás el término lacónico se refiere a la forma de expresarse en determinado lugar de la Grecia clásica, y las primeras frases de tu texto amigo Prometeo me han sugerido cierta apariencia con esa forma de expresión.
En la segunda parte esa frialdad desaparece y te explayas en las descripciones , diluyéndose ese supuesto laconismo.
La historia gira de manera insospechada y sorprende agradablemente, mejorando notablemente con el uso del gerundio que te ha recomendado Mab.
Veo que dispones de un aprovechable filón narrativo y que llevas el desarrollo de la historia a su desenlace de manera bien estructurada y consiguiendo crear una atmósfera de notable interés.

Continúa en tu aventura narrativa amigo.

¡Muchísimas gracias por sus apreciaciones!
Ya las imprimí para corregir algunos textos que tengo y que pronto les daré a leer. ¡Son la hostia amigos!
Lo del tema del laconismo no me ha quedado muy claro pues hay novelas (como crepúsculo) que no he leí pero sé que están escritas en primera persona y en presente. No obstante, me pareció muy bueno tu comentario. Ya estoy haciendo algo al respecto.
Son geniales amigos... voy a ponerme a trabajar en ello mientras leo vuestras historias.
¿Mab?, ¡eres genial!
Besos y abrazos.


Prometeo