Mi primer relato aquí
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Aerfild
Mab
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Mi primer relato aquí
Hola compañer@s,
Tenía la tarde intranquila y necesitaba escribir algo.
He empezado un relato. De momento sólo he escrito algo más de 1000 palabras, pero me apetece saber que os parece.
Ahí va:
-Sígueme- Antes de que pudiera contestarle me agarró de la muñeca y tiró de mí. Yo no tenía nada claro todo aquello. Sabía que sería inútil protestar así que de mala gana me dejé llevar. Me arrastró entre el gentío hasta llegar a la calle. El restaurante estaba atestado, no disponía de mucho tiempo antes de que mi madre se diera cuenta de que me había escaqueado. Laura se detuvo a un par de metros de la carretera secundaria que comunicaba la cala con el puerto.
-Laura, no te enrolles. Si mi madre se da cuenta de que estoy aquí contigo se me cae el pelo. Dime.-
Me miró con un gesto de disculpa en sus ojos antes de ponerse a hablar. Eso no era nada bueno, suponía que no me iba a gustar. Suspiré.
- ¿Te acuerdas de lo que te pedí esta tarde?- Me preguntó estudiando mi rostro.
- ¿Qué parte Laura?- me estaba impacientando. Mi amiga podía ponerse muy pesada con sus tonterías.
- Qué le dijeras a Cesar….-
-Sí, ¿qué?-
-¿Lo has hecho ya?
- Claro, ¿Se puede saber que pasa?
-Mierda, Cris-
-Laura, ¿esto no será uno de tus rollos de tíos?- No contestó, pero ya sabía la respuesta. Giré y anduve hacia la entrada del restaurante.
-Espera- me inquirió, -¿Crees que podrías…?
No me detuve a escuchar lo que estaba diciendo. Entré rápido y sorteé como pude a la gente que se agolpaba en el bar esperando una mesa. Esa noche había espectáculo. Lo que significaba un montón de personas histéricas por se atendidas antes del comienzo de la actuación y sin ninguna gana de irse.
No estaba mal, cuando ya estaba la gente sentada, y servida tenía un momento para relajarme. Sólo había que estar pendiente de las bebidas. A las 12.30 acababa la representación, así que tenía preparadas las cuentas, y a la 1 ya no quedaba casi nadie en el local. Recogíamos y a casa. No era el trabajo de mi vida, pero me permitía ahorrar.
- ¡Cris!- Lucas, el camarero de la barra principal me hacía gestos para que me acercara. – Tu madre ha preguntado por ti. Será mejor que la busques antes de que se ponga histérica.
Puse los ojos en blanco. Esa noche me iba a tocar soportar una de sus charlas. Hacía ya más de una semana que no me sermoneaba, evidentemente no iba a poder posponerlo mucho más.
-¿Te ha dicho dónde está?- Le pregunté alzando la voz por encima del ruido.
Levantó la mano y señaló las escaleras que llevaban a la parte de abajo. Movió los labios para vocalizar “suerte” aunque no lo pronunció.
Asentí para agradecerle el apoyo, pero no me molesté en cambiar mi cara de disgusto.
¿Qué es lo que querrá ahora?, pensé encaminándome a las escalera.
La gente refunfuñaba cuando pasaba a su lado. Decidí que lo mejor sería ponerme el delantal hecho una bola que sujetaba en mi mano izquierda. Me pase la cinta por el cuello, así, identificada me resultaba más fácil abrirme paso.
- Hola Santi-
- Hola Cris- me saludó en respuesta. Santi era nuevo en la plantilla. Llevaba con nosotros un par de meses. Recordé que la primera vez que le vi, no aposté un duro por él. Me pareció una persona demasiado apocada para enfrentarse a los clientes, pero había que reconocerle que sabía lo que hacía. Era el encargado de asignar las mesas a los clientes y de coger las reservas. Sin perder nunca las composturas, y con esa sonrisa suya, que nunca desaparecía del todo de su rostro, se manejaba con clientes de todo tipo, y hasta ahora, ningún altercado.
Bajé las escaleras con aire cansino. El reloj del descansillo indicaba las nueve. Aún faltaba una hora para que comenzara la función, había tiempo de sobra para todo. Giré a la izquierda y abrí un poco la puerta del despacho de mi madre. La lámpara de la mesa estaba encendida. Entré preparada para el primer grito, pero ella no estaba allí. Salí, asegurándome de dejar la puerta cerrada, y me dirigí a la cocina. Estaba casi segura de que no la encontraría allí, pero preguntaría por ella y así luego le daría a entender que llevaba un rato buscándola.
Efectivamente allí no estaba. Fran uno de los que trabajaba en la cocina me dijo que la buscara en el teatro. Así llamábamos la zona que usaban las compañías de montaban los espectáculos.
A mi madre no le gustaba nada aquella zona. Normalmente se encargaba de ello Dani. Si ella estaba allí, sólo podía significar dos cosas, compañía nueva o que estaba aquí el dueño del restaurante, mala cosa. Ambas. Ya podía haber escogido Laura cualquier otra noche para agobiarme con sus tonterías.
Di la vuelta al patio interior, por el claustro más alejado de la entrada de clientes, para avanzar más rápido. Las mesas empezaban a llenarse. Era una noche cálida y la fuente del centro del patio borboteaba tranquila ajena a toda la algarabía de una noche de estreno.
Mi amiga Laura, por referirme a ella de algún modo, era una chica maja. Un poco plana en su personalidad. La tenía más bien de excusa. Cada vez que necesitaba salir de allí, la usaba de pretexto. Ella siempre andaba a la caza de su príncipe azul, lo que resultaba no sólo deprimente, si no también muy cansino. Carlos era su tercer intento de esa temporada, pero tenía la sensación que de ya había sido reemplazado antes incluso de la primera cita.
Llegué al pasillo que llevaba a la parte trasera. Un cartel pintado a mano rezaba “bambalinas”. Había sido idea de Dani. Ella era la cabeza creativa del negocio. Se le daba muy bien encontrar compañías con buenos espectáculos. Este verano había contratado a cinco o seis, y por lo que me había contado, esta sin duda era la mejor.
Me llevé la mano a la nuca, ¿cómo se me podía haber pasado que esa era la noche? Demasiadas cosas en la cabeza, me dije. Tendría que empezar a organizar mi mente si quería sobrevivir hasta el otoño.
Dani estaba en la entrada hablando por el móvil. Le di un golpecito en la espalda, otro testigo más de mi búsqueda. Me miró poniendo cara de horror. Ella era muy dramática el 90 % del tiempo. Me cogió de la mano y me llevo hasta los baños reservados para los artistas. Se despidió en francés con quién estaba hablando, dejó el móvil en la encimera y me colocó enfrente del espejo.
Me dejé hacer, no era la primera vez.
-¿Estas loca?- me preguntó mientras me deshacía la coleta
-No. ¿Debería?- pregunté con desgana.
-¿No has oído el recado de tu madre?
- No- tragué saliva. ¿Mi madre me había dejado un recado? Entonces la cosa era importante. Mi madre casi siempre prefería tenerme delante para sus encargos. Nunca me dejaba un recado. Yo tenía la teoría de que ella creía que mi nivel de entendimiento se veía seriamente reducido para realizar sus órdenes, por lo que necesitaba decirme las casas cara a cara a fin de asegurarse que tenía claro lo que me pedía.
- Mario está aquí, y no ha venido solo.- terminó de ponerme unas horquillas para sujetar el moño bajo que me acababa de hacer y me dio la vuelta para empezar a maquillarme.
-¿Qué necesita?- cerré los ojos mientras me untaba maquillaje color crema por toda la cara.
- Son ingleses, principalmente te necesita de traductora y para la pantomima de siempre.
Cada vez que venía Mario, el dueño de todo aquel tinglado, mi madre me obligaba a hacer el papel de su mano derecha. Afortunadamente no venía casi nunca, y yo podía seguir siendo una simple camarera, y no coincidir más que lo necesario con ella.
- Abre el ojo- me ordenó. Empezó a echarme el rimel. Aquello se la daba de fábula. Era capaz de convertir al patito feo en cisne en un par de minutos. –Ya estás. Ahora cámbiate. Tienes la ropa en mi despacho.
-Gracias guapa, te debo una.
-¡Ja!, pues te va a tocar pagármela el lunes. Necesito ir a la ciudad.
-Perfecto- le dije mientras salía del baño. Me venía de perlas. Laura tendría que arreglárselas sin mí en mi día libre. Eso sería un respiro, más aún después de lo de antes.
Espero que os guste. Lo que más me interesa saber es si está bien llevado la introducción de los personajes.
Gracias !!!!
Tenía la tarde intranquila y necesitaba escribir algo.
He empezado un relato. De momento sólo he escrito algo más de 1000 palabras, pero me apetece saber que os parece.
Ahí va:
-Sígueme- Antes de que pudiera contestarle me agarró de la muñeca y tiró de mí. Yo no tenía nada claro todo aquello. Sabía que sería inútil protestar así que de mala gana me dejé llevar. Me arrastró entre el gentío hasta llegar a la calle. El restaurante estaba atestado, no disponía de mucho tiempo antes de que mi madre se diera cuenta de que me había escaqueado. Laura se detuvo a un par de metros de la carretera secundaria que comunicaba la cala con el puerto.
-Laura, no te enrolles. Si mi madre se da cuenta de que estoy aquí contigo se me cae el pelo. Dime.-
Me miró con un gesto de disculpa en sus ojos antes de ponerse a hablar. Eso no era nada bueno, suponía que no me iba a gustar. Suspiré.
- ¿Te acuerdas de lo que te pedí esta tarde?- Me preguntó estudiando mi rostro.
- ¿Qué parte Laura?- me estaba impacientando. Mi amiga podía ponerse muy pesada con sus tonterías.
- Qué le dijeras a Cesar….-
-Sí, ¿qué?-
-¿Lo has hecho ya?
- Claro, ¿Se puede saber que pasa?
-Mierda, Cris-
-Laura, ¿esto no será uno de tus rollos de tíos?- No contestó, pero ya sabía la respuesta. Giré y anduve hacia la entrada del restaurante.
-Espera- me inquirió, -¿Crees que podrías…?
No me detuve a escuchar lo que estaba diciendo. Entré rápido y sorteé como pude a la gente que se agolpaba en el bar esperando una mesa. Esa noche había espectáculo. Lo que significaba un montón de personas histéricas por se atendidas antes del comienzo de la actuación y sin ninguna gana de irse.
No estaba mal, cuando ya estaba la gente sentada, y servida tenía un momento para relajarme. Sólo había que estar pendiente de las bebidas. A las 12.30 acababa la representación, así que tenía preparadas las cuentas, y a la 1 ya no quedaba casi nadie en el local. Recogíamos y a casa. No era el trabajo de mi vida, pero me permitía ahorrar.
- ¡Cris!- Lucas, el camarero de la barra principal me hacía gestos para que me acercara. – Tu madre ha preguntado por ti. Será mejor que la busques antes de que se ponga histérica.
Puse los ojos en blanco. Esa noche me iba a tocar soportar una de sus charlas. Hacía ya más de una semana que no me sermoneaba, evidentemente no iba a poder posponerlo mucho más.
-¿Te ha dicho dónde está?- Le pregunté alzando la voz por encima del ruido.
Levantó la mano y señaló las escaleras que llevaban a la parte de abajo. Movió los labios para vocalizar “suerte” aunque no lo pronunció.
Asentí para agradecerle el apoyo, pero no me molesté en cambiar mi cara de disgusto.
¿Qué es lo que querrá ahora?, pensé encaminándome a las escalera.
La gente refunfuñaba cuando pasaba a su lado. Decidí que lo mejor sería ponerme el delantal hecho una bola que sujetaba en mi mano izquierda. Me pase la cinta por el cuello, así, identificada me resultaba más fácil abrirme paso.
- Hola Santi-
- Hola Cris- me saludó en respuesta. Santi era nuevo en la plantilla. Llevaba con nosotros un par de meses. Recordé que la primera vez que le vi, no aposté un duro por él. Me pareció una persona demasiado apocada para enfrentarse a los clientes, pero había que reconocerle que sabía lo que hacía. Era el encargado de asignar las mesas a los clientes y de coger las reservas. Sin perder nunca las composturas, y con esa sonrisa suya, que nunca desaparecía del todo de su rostro, se manejaba con clientes de todo tipo, y hasta ahora, ningún altercado.
Bajé las escaleras con aire cansino. El reloj del descansillo indicaba las nueve. Aún faltaba una hora para que comenzara la función, había tiempo de sobra para todo. Giré a la izquierda y abrí un poco la puerta del despacho de mi madre. La lámpara de la mesa estaba encendida. Entré preparada para el primer grito, pero ella no estaba allí. Salí, asegurándome de dejar la puerta cerrada, y me dirigí a la cocina. Estaba casi segura de que no la encontraría allí, pero preguntaría por ella y así luego le daría a entender que llevaba un rato buscándola.
Efectivamente allí no estaba. Fran uno de los que trabajaba en la cocina me dijo que la buscara en el teatro. Así llamábamos la zona que usaban las compañías de montaban los espectáculos.
A mi madre no le gustaba nada aquella zona. Normalmente se encargaba de ello Dani. Si ella estaba allí, sólo podía significar dos cosas, compañía nueva o que estaba aquí el dueño del restaurante, mala cosa. Ambas. Ya podía haber escogido Laura cualquier otra noche para agobiarme con sus tonterías.
Di la vuelta al patio interior, por el claustro más alejado de la entrada de clientes, para avanzar más rápido. Las mesas empezaban a llenarse. Era una noche cálida y la fuente del centro del patio borboteaba tranquila ajena a toda la algarabía de una noche de estreno.
Mi amiga Laura, por referirme a ella de algún modo, era una chica maja. Un poco plana en su personalidad. La tenía más bien de excusa. Cada vez que necesitaba salir de allí, la usaba de pretexto. Ella siempre andaba a la caza de su príncipe azul, lo que resultaba no sólo deprimente, si no también muy cansino. Carlos era su tercer intento de esa temporada, pero tenía la sensación que de ya había sido reemplazado antes incluso de la primera cita.
Llegué al pasillo que llevaba a la parte trasera. Un cartel pintado a mano rezaba “bambalinas”. Había sido idea de Dani. Ella era la cabeza creativa del negocio. Se le daba muy bien encontrar compañías con buenos espectáculos. Este verano había contratado a cinco o seis, y por lo que me había contado, esta sin duda era la mejor.
Me llevé la mano a la nuca, ¿cómo se me podía haber pasado que esa era la noche? Demasiadas cosas en la cabeza, me dije. Tendría que empezar a organizar mi mente si quería sobrevivir hasta el otoño.
Dani estaba en la entrada hablando por el móvil. Le di un golpecito en la espalda, otro testigo más de mi búsqueda. Me miró poniendo cara de horror. Ella era muy dramática el 90 % del tiempo. Me cogió de la mano y me llevo hasta los baños reservados para los artistas. Se despidió en francés con quién estaba hablando, dejó el móvil en la encimera y me colocó enfrente del espejo.
Me dejé hacer, no era la primera vez.
-¿Estas loca?- me preguntó mientras me deshacía la coleta
-No. ¿Debería?- pregunté con desgana.
-¿No has oído el recado de tu madre?
- No- tragué saliva. ¿Mi madre me había dejado un recado? Entonces la cosa era importante. Mi madre casi siempre prefería tenerme delante para sus encargos. Nunca me dejaba un recado. Yo tenía la teoría de que ella creía que mi nivel de entendimiento se veía seriamente reducido para realizar sus órdenes, por lo que necesitaba decirme las casas cara a cara a fin de asegurarse que tenía claro lo que me pedía.
- Mario está aquí, y no ha venido solo.- terminó de ponerme unas horquillas para sujetar el moño bajo que me acababa de hacer y me dio la vuelta para empezar a maquillarme.
-¿Qué necesita?- cerré los ojos mientras me untaba maquillaje color crema por toda la cara.
- Son ingleses, principalmente te necesita de traductora y para la pantomima de siempre.
Cada vez que venía Mario, el dueño de todo aquel tinglado, mi madre me obligaba a hacer el papel de su mano derecha. Afortunadamente no venía casi nunca, y yo podía seguir siendo una simple camarera, y no coincidir más que lo necesario con ella.
- Abre el ojo- me ordenó. Empezó a echarme el rimel. Aquello se la daba de fábula. Era capaz de convertir al patito feo en cisne en un par de minutos. –Ya estás. Ahora cámbiate. Tienes la ropa en mi despacho.
-Gracias guapa, te debo una.
-¡Ja!, pues te va a tocar pagármela el lunes. Necesito ir a la ciudad.
-Perfecto- le dije mientras salía del baño. Me venía de perlas. Laura tendría que arreglárselas sin mí en mi día libre. Eso sería un respiro, más aún después de lo de antes.
Espero que os guste. Lo que más me interesa saber es si está bien llevado la introducción de los personajes.
Gracias !!!!
Mab- Aprendiz
- Cantidad de envíos : 82
Fecha de inscripción : 2009-09-24
Edad : 46
Localización : Madrid
Re: Mi primer relato aquí
me a gustadoo muxoo!! espero ke la kontinues que esta genial
Aerfild- Cantidad de envíos : 7
Fecha de inscripción : 2009-09-24
Edad : 31
Localización : Madrid
Holaa
Esta muy bien llevado. Te explicas genial... a ver si sigues que tengo ganas de saber que ocurre, me tienes intrigada!!!.
Maria- Cantidad de envíos : 22
Fecha de inscripción : 2009-09-26
Re: Mi primer relato aquí
Creo que describes muy bien, además yo también he sido camarera y se refleja muy bien lo atareada que está de un lado para otro. No me ha quedado muy claro pero, la madre es la temida jefa no? Además nos dejas con la intriga de que será aquello de lo que hablaba con Laura sobre ese chico, César y que tal vez no tendrías que habérselo dicho... Espero que nos degustes con más. Besitos y enhorabuena
lady_yuna- Cantidad de envíos : 35
Fecha de inscripción : 2009-09-26
Re: Mi primer relato aquí
Mil palabras más. En esta meto la descripción de la ropa. Algo que siempre se me atraviesa. A ver qué os parece.
Volví sobre mis pasos hasta llegar de nuevo al patio interior. Doblé la esquina y recorrí el lateral del claustro hasta llegar a otro pasillo. Entré en el despacho de Dani. Allí tenía preparado el vestido negro, con cuello barco, que siempre me ponía cuando la circunstancia lo requería. Esa mujer era mi salvación. Me desvestí rápidamente cuidando de no estropear el maquillaje o el peinado. Cogí el vestido y me di cuenta que llevaba una nota enganchada en el hombro. <<Este no, mira en el baño>>. ¿Qué pasa Dani, no tengo tiempo de juegos? Fui corriendo al aseo de su despacho y colgado de un gancho de la pared había una funda para trajes con algo dentro. Debajo unas preciosas sandalias de tacón alto y sobre la encimera un cinturón fino de cuero en color gris marengo a juego con el calzado. Sobre la repisa del espejo, unos sencillos pendientes con tres cadenas de las que pendían unos diminutos brillantes, y una pulsera del estilo de los pendientes.
-Se ha vuelto loca – pensé en voz alta. Regresé a por el vestido de siempre sin molestarme en mirar que había debajo de la funda. Le quité el alfiler que prendía la nota y le di la vuelta para bajarle la cremallera. Pero simplemente no estaba ahí. Dani le había descosido la cremallera. Recordé que la última vez que me lo puse se me quedó enganchada y Dani se ofreció a dárselo a la modista para que la cambiara. Pero de eso hacía más de un mes, ¿Cómo era posible que aún estuviera así? Miré la hora en la minicadena de su estantería, las nueve y veinte. Mierda, mierda, se me hecha el tiempo encima.
Corrí de vuelta al baño. Miraría el vestido de la funda, y si lo consideraba excesivo me volvía a poner mi uniforme de camarera. Mi madre se las tendría que apañar sin mí. Claro que eso me supondría un despido seguro. Joder Dani ¡!!!
Bajé la cremallera con mucho cuidado, y apareció un vestido de gasa color burdeos tirando a rojo. Lo saqué de la percha y lo sostuve en el aire. Era precioso. Era de escote drapeado y con el bajo irregular. Lo levanté por encima de mí y metí la cabeza. Alcé los brazos y bajé el vestido conmigo dentro. Coloqué los finísimos tirantes que se cruzaban a mi espalda, y me miré en el espejo. Me quedé sin respiración. Era incluso más bonito una vez puesto. Di una vuelta para mirarlo desde todos los puntos de vista. La espalda quedaba en su mayor parte al aire, y de los tirantes salía un volante de gasa que tapaba ligeramente los hombros. El bajo me llegaba por las rodillas y la confección del mismo hacía que la tela formara un pequeño vuelo, que al moverme daba la sensación de que la tela bailara suspendida en el aire. Quedaba entallado en la cintura. Me sentaba como un guante como si me lo hubiese hecho una modista después de tomarme las medidas.
No podía salir así vestida. Me imaginé la cara de mis compañeros viéndome de tal guisa. Se iban a reír de mí a gusto. Y a mi madre la daría un soponcio. Volví a barajar la idea de salir vestida de camarera. Si mi madre me iba a despedir que fuera vestida de uniforme y no como una estrella de cine. Me volví a mirar. ¡Qué vergüenza, por Dios!
Sin embargo una vocecilla dentro de mí, me pedía a gritos que terminara de vestirme, aunque sólo fuera por ver el resultado final. Miré de soslayo las sandalias.
- No, no. Ni hablar, baja a la tierra- me regañé a mí misma.
-¿Estás ya?- dijo nerviosa Dani a la vez que entraba en su despacho.
Vale, la broma era muy buena, lo que fallaba era que esa no era la noche indicada para bromear. Salí con los brazos abiertos, esperando el fogonazo del flash. Sabía que mañana sería el tema de conversación. Dani se estaba quedando conmigo, me sacaría una foto y luego me daría mi traje para poder seguir con mi vida.
- ¿Todavía estás así? – me recriminó.
- Dani…- esperé, pero nada. Me empujó ligeramente y pasó al baño.
- Ven aquí enseguida- me chilló
-¿Se puede saber de qué va esto?- mi tono se estaba volviendo enfadado. Conocía a Dani desde hacía tres años, y ya sabía que se le iba la pinza alguna que otra vez, pero nunca habíamos discutido. Nos llevábamos muy bien a pesar de ser tan distintas y eso era porque nos respetábamos. Nunca hacíamos nada que pudiera molestar a la otra, y pasara lo que pasara no nos juzgábamos.
- Tranquila, ya sé cómo me vas a devolver el favor-
- Dani, no pienso salir así- me quejé intentando modular mi voz para que no sonara tan dura.
- Eso por supuesto-
-Vale- relajé mi postura. La broma ya estaba acabando.
- Tienes que ponerte el cinturón. Toma. Y las sandalias. Te quedarán un pelín grandes, pero es por si se te hinchan los pies.
Cogí el cinturón de mala gana, no quería enfadarme con ella, así que intenté razonar.
-¿Qué, quieres que mi madre también te despida a ti?
-¿Va a despedir a alguien?- Me dijo abriendo de manera exagerada los ojos.
-A nosotras- le afirmé señalando el impresionante vestido. No podía dejar de mirarlo en el espejo.
- Tu madre ya lo sabe. Se lo enseñé esta tarde. Quizá deberías escuchar los mensajes- Me quitó el cinturón de la mano y me lo puso a la cintura. Después cogió los pendientes y me los dio.- ¿Crees que te los puedes poner sola?
Gracias por leerlo, chic@s.
Volví sobre mis pasos hasta llegar de nuevo al patio interior. Doblé la esquina y recorrí el lateral del claustro hasta llegar a otro pasillo. Entré en el despacho de Dani. Allí tenía preparado el vestido negro, con cuello barco, que siempre me ponía cuando la circunstancia lo requería. Esa mujer era mi salvación. Me desvestí rápidamente cuidando de no estropear el maquillaje o el peinado. Cogí el vestido y me di cuenta que llevaba una nota enganchada en el hombro. <<Este no, mira en el baño>>. ¿Qué pasa Dani, no tengo tiempo de juegos? Fui corriendo al aseo de su despacho y colgado de un gancho de la pared había una funda para trajes con algo dentro. Debajo unas preciosas sandalias de tacón alto y sobre la encimera un cinturón fino de cuero en color gris marengo a juego con el calzado. Sobre la repisa del espejo, unos sencillos pendientes con tres cadenas de las que pendían unos diminutos brillantes, y una pulsera del estilo de los pendientes.
-Se ha vuelto loca – pensé en voz alta. Regresé a por el vestido de siempre sin molestarme en mirar que había debajo de la funda. Le quité el alfiler que prendía la nota y le di la vuelta para bajarle la cremallera. Pero simplemente no estaba ahí. Dani le había descosido la cremallera. Recordé que la última vez que me lo puse se me quedó enganchada y Dani se ofreció a dárselo a la modista para que la cambiara. Pero de eso hacía más de un mes, ¿Cómo era posible que aún estuviera así? Miré la hora en la minicadena de su estantería, las nueve y veinte. Mierda, mierda, se me hecha el tiempo encima.
Corrí de vuelta al baño. Miraría el vestido de la funda, y si lo consideraba excesivo me volvía a poner mi uniforme de camarera. Mi madre se las tendría que apañar sin mí. Claro que eso me supondría un despido seguro. Joder Dani ¡!!!
Bajé la cremallera con mucho cuidado, y apareció un vestido de gasa color burdeos tirando a rojo. Lo saqué de la percha y lo sostuve en el aire. Era precioso. Era de escote drapeado y con el bajo irregular. Lo levanté por encima de mí y metí la cabeza. Alcé los brazos y bajé el vestido conmigo dentro. Coloqué los finísimos tirantes que se cruzaban a mi espalda, y me miré en el espejo. Me quedé sin respiración. Era incluso más bonito una vez puesto. Di una vuelta para mirarlo desde todos los puntos de vista. La espalda quedaba en su mayor parte al aire, y de los tirantes salía un volante de gasa que tapaba ligeramente los hombros. El bajo me llegaba por las rodillas y la confección del mismo hacía que la tela formara un pequeño vuelo, que al moverme daba la sensación de que la tela bailara suspendida en el aire. Quedaba entallado en la cintura. Me sentaba como un guante como si me lo hubiese hecho una modista después de tomarme las medidas.
No podía salir así vestida. Me imaginé la cara de mis compañeros viéndome de tal guisa. Se iban a reír de mí a gusto. Y a mi madre la daría un soponcio. Volví a barajar la idea de salir vestida de camarera. Si mi madre me iba a despedir que fuera vestida de uniforme y no como una estrella de cine. Me volví a mirar. ¡Qué vergüenza, por Dios!
Sin embargo una vocecilla dentro de mí, me pedía a gritos que terminara de vestirme, aunque sólo fuera por ver el resultado final. Miré de soslayo las sandalias.
- No, no. Ni hablar, baja a la tierra- me regañé a mí misma.
-¿Estás ya?- dijo nerviosa Dani a la vez que entraba en su despacho.
Vale, la broma era muy buena, lo que fallaba era que esa no era la noche indicada para bromear. Salí con los brazos abiertos, esperando el fogonazo del flash. Sabía que mañana sería el tema de conversación. Dani se estaba quedando conmigo, me sacaría una foto y luego me daría mi traje para poder seguir con mi vida.
- ¿Todavía estás así? – me recriminó.
- Dani…- esperé, pero nada. Me empujó ligeramente y pasó al baño.
- Ven aquí enseguida- me chilló
-¿Se puede saber de qué va esto?- mi tono se estaba volviendo enfadado. Conocía a Dani desde hacía tres años, y ya sabía que se le iba la pinza alguna que otra vez, pero nunca habíamos discutido. Nos llevábamos muy bien a pesar de ser tan distintas y eso era porque nos respetábamos. Nunca hacíamos nada que pudiera molestar a la otra, y pasara lo que pasara no nos juzgábamos.
- Tranquila, ya sé cómo me vas a devolver el favor-
- Dani, no pienso salir así- me quejé intentando modular mi voz para que no sonara tan dura.
- Eso por supuesto-
-Vale- relajé mi postura. La broma ya estaba acabando.
- Tienes que ponerte el cinturón. Toma. Y las sandalias. Te quedarán un pelín grandes, pero es por si se te hinchan los pies.
Cogí el cinturón de mala gana, no quería enfadarme con ella, así que intenté razonar.
-¿Qué, quieres que mi madre también te despida a ti?
-¿Va a despedir a alguien?- Me dijo abriendo de manera exagerada los ojos.
-A nosotras- le afirmé señalando el impresionante vestido. No podía dejar de mirarlo en el espejo.
- Tu madre ya lo sabe. Se lo enseñé esta tarde. Quizá deberías escuchar los mensajes- Me quitó el cinturón de la mano y me lo puso a la cintura. Después cogió los pendientes y me los dio.- ¿Crees que te los puedes poner sola?
Gracias por leerlo, chic@s.
Mab- Aprendiz
- Cantidad de envíos : 82
Fecha de inscripción : 2009-09-24
Edad : 46
Localización : Madrid
Re: Mi primer relato aquí
Lo que más me gustaría comentar es el estilo narrativo. Es rápido, ágil, lo vas leyendo y cuando quieres darte cuenta se ha terminado. Aquí me gustaría recalcar esto mismo, pues aún sin saber nada de lo que podría tratar la trama (no tenemos ni título ni sinopsis para que nuestra mente malvada comience a maquinar sobre lo que podría ocurrir) la lectura no descansa. Podría decir que es algo "cinemático", ya que no cuesta nada el leerlo, las imágenes vienen solas a la mente sin tan siquiera acordarnos de la palabra anterior que acabamos de leer.
Sin duda, para mi opinión, una forma muy fresca de escribir
Sin duda, para mi opinión, una forma muy fresca de escribir
Kibagami- Aprendiz
- Cantidad de envíos : 51
Fecha de inscripción : 2009-09-25
Re: Mi primer relato aquí
Mab me vas a matar...perdi la direccion del foro y hasta que lo e encontrado...dios mio...jajja
Bueno a lo que iva...ME HA E-N-C-A-N-T-A...y no es mentira...aver kuando pones mas que quiero ver porque Dani le pone ese vestido...eres mi diosa de las letras!!
Bueno a lo que iva...ME HA E-N-C-A-N-T-A...y no es mentira...aver kuando pones mas que quiero ver porque Dani le pone ese vestido...eres mi diosa de las letras!!
Aerfild- Cantidad de envíos : 7
Fecha de inscripción : 2009-09-24
Edad : 31
Localización : Madrid
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